viernes, 13 de octubre de 2006

"Paseo..."

Santiago, abril de 2004.-


A eso de la una y treinta de la tarde quedé de juntarme en el metro Sta. Lucía con un par de amigos de Internet a quienes nunca había visto y con y mi amiga Ana María. Falta media hora para la cita y después de recorrer desde la Católica hasta Cienfuegos y de regreso por la Alameda, me he sentado a descansar en una plazoleta junto al cerro Santa Lucía. A descansar mis pies cansados, claro, pero más que eso a intentar descansar por un momento mi mente y mi espíritu intranquilos.
Miro hacia arriba y tras los árboles en tonalidades rojas, verdes y amarillentas distingo las torres más elevadas del Cerro. Ese oasis en la jungla de cemento me ha atraído desde el día en que apenas lo divisé por primera vez cuando pasaba en un taxi.
En el banco de al lado, un hombre moreno y enjuto hace ademanes mientras le cuenta a un compañero invisible que él es carabinero, al tiempo que carga su arma, también etérea. Momentos después enumera algunos de los requisitos para pertenecer a dicha institución. Pienso en ese momento que quizás me aceptarían: mido más de un metro y sesenta centímetros, y soy soltero y chileno…
Pero lo que da vueltas en mi cabeza desde que salí a caminar y desde que llegué en esta oportunidad a la capital, no es lo que diga o no un tipo medio loco; lo que me intriga es el por qué de todo esto, de esta ciudad terriblemente siniestra para la vida, y de su gente, acaso la mayoría medio muerta.
Una bandada de palomas sin miedo pasa sobre mi cabeza y me recuerda un escuadrón de aviones de guerra. En fin, las palomas parecen vivir para comer, los humanos, entre otras muchas cosas sin valor real, parecen haber olvidado incluso eso. No digo que esto ocurra sólo aquí, pero entre el bullicio y el smog que apenas y deja el oxígeno justo para subsistir medio atontado, me parece que en mi seco y soleado Copiapó tengo algo de la calma necesaria para nutrirme.
Con razón acá todos parecen vivir sin mucho sentido; de tanto correr de un lado a otro, de tanto concreto y ladrillo, y de tanta bulla y hediondez de microbuses y de gente, se olvidaron de comer y se murieron todos de hambre…

5 comentarios:

Mononokin dijo...

Hola, volviii si soy tu peor pesadilla :P
jaja gracias por la ayuda!

ufff la internet y las relaciones personales. Yo tengo super lindas experiencias, un pololeo que se beneficio, amigos que conocí, unos que se kedaron otros ke se alejaron, pero feliz de encontrar gente extraordinaria.

Saluditos

Cecilia Moreno dijo...

Creo que la vida en Santiago no es diferente a la de acá... es más, puedes tener muchas más opciones en Santiago, opciones de todo tipo, desde momentos de esparcimiento hasta opciones laborales... en cambio acá es siempre lo mismo, puedes tener más tiempo libre, pero gastarlo en los mismos escazos lugares que existen.

Miau.

Unknown dijo...

Mononokín: muy cierto, gente buena, gente mala, gente bakán, gente sin sentido. tal como en el "mundo de los átomos" y tanto o más complejo además.

Felina: PUEDES!, ciertamente, pero el problema es que me parece que allá todo el mundo anda corriendo de un lado a otro, como si por hacer una y otra cosa se perdió el sentido de para qué hacerlas (como la fábula de la Ardilla, la recuerdas?: Tantas idas y venidas,/tantas vueltas y revueltas,/quiero amiga, que me digas/¿son de alguna utilidad?). Obviamente es sólo un relato de algo que se me ocurrió en ese instante aquel día y que no pretende dar una verdad general de los santiaguinos ni nada por el estilo, además de que dependió de mi estado de ánimo también.
Como sea, ultragracias por postear y por exponer tu punto de vista. ;)

- Alfathir.

PS: Hay que admitir que gente como tú, que aprecia la belleza y los lugares, los animales, la gente, etc... no se encuentra tan fácilmente hoy en día.

Anónimo dijo...

Fuera de haberla leído hace cuánto, unos años?, cuando la escribiste, recordé tus visitas a esta loca ciudad, recordé que cuando vienes trato de salirme de mi vida casi no vida, para, bueno, para vivir, y hacer cosas que no son mi rutina, y que me agradan.

Es cierto, hay un sin fin de cosas acá, y siempre estamos con que, falta tiempo, falta $$$, pero quien sabe, quizá sea una de pocas, pero esta ciudad, con sus casi nada de árboles, con el verde reseco, con un río impresentable, aún así tiene su encanto. Hay que buscarlo, verlo, y darte el minuto para sentirlo, así hace más sentido quizá, esta loica carrera por estudiar, trabajar, vivir, en esta ciudad.

Un abrazo mi niño, el más gigante de este mes para tí, y del año quizá.

Cuándo vienes?

Ya sabes, la Anónima de siempre

Silvana dijo...

En realidad en stgo la vida es diferente, todo mas rapido y tienes mucha razon cuando dices que hasta parece que nadie sabe para qué hace lo que hace. Cuando estoy alla no soporto quedarme mucho tiempo, me estreso. No cambio mi copiapo, aunque sea una burbuja seca.

Saludos!! y gracias por tus comentarios en mi blog.